Uno de cada ocho hombres mayores de 40 años* presenta incontinencia urinaria; si están conscientes del motivo y el tipo de pérdida, pueden encontrar el tratamiento y la ayuda adecuados para lograr una mejor calidad de vida. *Con base en investigaciones realizadas por SCA en 2012 en hombres mayores de 40 años en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Rusia y México. Datos de archivo no publicados.
En hombres, la causa más frecuente de incontinencia es la obstrucción de la uretra como resultado de una hiperplasia prostática benigna (HPB). No obstante, también deben tenerse en cuenta otras posibles causas de las pérdidas de orina:
Ocurre cuando se realiza un esfuerzo, como toser, estornudar, brincar o cargar peso. Dicho esfuerzo causa presión sobre la vejiga, la cual se dilata, y los músculos del suelo pélvico no logran contraerse lo suficiente para retener la orina. Es uno de los problemas urinarios más frecuentes en mujeres, principalmente durante actividades físicas.
También conocida como vejiga hiperactiva, es el deseo repentino y urgente de orinar, causando la pérdida involuntaria de orina. Por lo general, la frecuencia urinaria aumenta y la pérdida se produce en pequeñas cantidades.
Es una combinación de incontinencia de esfuerzo e incontinencia de urgencia. En ocasiones, se producen pérdidas de orina al reír, toser o cargar peso. Otras veces, se produce la urgencia y la frecuencia urinaria aumenta.
Está relacionada con un trastorno en la fase de evacuación de la vejiga, donde se acumula un gran volumen de orina, lo cual aumenta la presión sobre el cuello vesical, que acaba por ceder ante el peso de la uretra y deriva en la pérdida de orina.
El debilitamiento de los músculos del suelo pélvico, independientemente del motivo, es la causa principal de la incontinencia urinaria.
Por lo tanto, la mejor forma de prevenirla es evitar el desgaste de estos músculos y fortalecerlos. A continuación, algunas recomendaciones:
El peso de la grasa abdominal aumenta la presión sobre la pelvis, lo cual relaja la musculatura del suelo pélvico y afecta su funcionamiento.
Los músculos del suelo pélvico también sostienen la columna vertebral. De este modo, la estabilización lumbar ayuda a mantener los músculos en su lugar.
El tabaquismo aumenta la producción de moco e irrita las células pulmonares, causando tos crónica. Al toser, aumenta la presión intraabdominal y se fuerzan los músculos del suelo pélvico. Con el paso de los años, esta zona se va desgastando.
Algunos deportes, como las carreras y el salto de longitud, pueden generar un gran impacto en la musculatura pélvica, sobre todo si se realizan a nivel profesional. Por lo tanto, es mejor practicar un deporte de bajo impacto, como la natación.
El estreñimiento puede obstruir el intestino y aumentar la presión sobre la musculatura pélvica. Si es constante, se pueden desgastar dichos músculos. Por eso, consume fibra para favorecer el buen funcionamiento del intestino. Las frutas, verduras y cereales integrales son una excelente fuente de fibra.
Si ya presentas incontinencia urinaria, puedes tener una serie de cuidados para disminuir las pérdidas de orina o revertir el debilitamiento de la musculatura pélvica. Además del tratamiento médico y la fisioterapia, puedes hacer ejercicios en casa que pueden ayudarte a controlar mejor la vejiga, fortalecer tu cuerpo y mente, reducir el estrés y mejorar tu vida sexual.
Lee todos los pasos a continuación:
Una vez que te acostumbres a esta rutina, intenta contraer rápidamente los músculos del suelo pélvico lo más fuerte que puedas y suelta de inmediato. Repite 10 veces.
Recuerda que debes hacer los ejercicios todos los días por algunas semanas para notar una mejoría.
Otra forma de recuperar el control de la vejiga es programar las idas al baño y llevar un registro de la cantidad de líquido ingerido. Por ejemplo: si tomas un litro y medio de agua diario, es normal ir al baño ocho veces al día.
No estás solo. Conocer las experiencias de otros hombres con incontinencia urinaria puede ayudarte a entender mejor tu propio caso y buscar la mejor solución.
Manuel (42)
Al principio, siempre buscaba una explicación racional. Bebí mucho café. Bebí algunas cervezas la noche anterior. Hacía mucho frío. Sin embargo, cuando comencé a tener incontinencia urinaria después de ir al baño, era lógico que tenía que tomar medidas al respecto.
No tengo idea cuándo comenzó. Seguramente estuve en una etapa de negación por algún tiempo. Nunca me pasó por la mente. Y, cuando pasó, seguí negándolo. ¿Incontinencia? ¡Claro que no! ¡Eso solo les pasa a los ancianos y yo soy joven!
Al principio, usaba papel higiénico debajo de la ropa. Como solo eran gotas, podía aguantarme un poco antes de volver a ir al baño. Pero después comencé a usar los protectores diarios de mi esposa. Aunque se adherían bien a la ropa, no absorbían mucho. Lo que también me preocupaba era el olor.
Cada vez me sentía más avergonzado y mi autoestima se vio afectada. Comencé a alejarme de mi esposa. Siempre trataba de ir a la cama a horas diferentes. De intimidad, ni hablar.
Finalmente, tuve el valor para contarle y eso cambió todo. ¡Lo primero que me dijo fue que se sentía aliviada de saber que no tenía una aventura! ¿Pueden creerlo? Esto terminó por unirnos aún más. Tener alguien con quien platicarlo hizo toda la diferencia.
Me obligó a ir al médico para hacerme análisis generales y un examen de la próstata. Salió negativo. Me recomendaron hacer ejercicio y entrenar la vejiga, además de usar ropa interior desechable para pérdidas de orina. Ahora siempre tengo un paquete a la mano y es mucho más cómoda que los protectores de mi esposa. Ojalá no hubiera esperado tanto para contarle… pero bueno, más vale tarde que nunca. Fue un gran alivio y me di cuenta de que no debo sentirme avergonzado, porque existen muchas soluciones para la incontinencia.
Pedro (58)
¿Qué puedo decirles? Siempre fui una persona muy activa. Me encanta tener mi día ocupado cuando no trabajo. Pero cuando me di cuenta de que tenía incontinencia urinaria, pensé que tenía que dejar mi vida social.
Aunque no soy de las personas que hace cosas fuera de lo común, me gusta ir a nuevos restaurantes o simplemente verme con mis amigos para beber una cerveza en algún bar.
Por desgracia, estar con otras personas no era nada fácil cuando solo me concentraba en que tenía que ir al baño. Solo pensaba Y, ¿si el baño está lejos? ¿Si hay fila para entrar?
Entonces, empecé a inventar excusas para no salir con ellos o para quedarme en casa. No quería empeorar la situación bebiendo, pues no sabía si podría alcanzar a llegar al baño. Traté de ingerir menos agua para no orinar tanto, pero solo empeoré.
Me di cuenta de que mi problema de incontinencia era más grave de lo que quería admitir. Un día me sucedió algo cuando regresaba del trabajo a mi casa. Tuve una sensación extraña y me di cuenta de que traía mojados los pantalones. Por suerte, apenas me había bajado del carro y estaba muy cerca de mi casa para cambiarme de ropa. Después de eso, ya no quería volver a salir. Y, ¿si vuelve a suceder? Ya no me reunía con mis amigos y tampoco salía a conocer nuevos lugares.
¿Con quién podría hablar al respecto? Con mis amigos, para nada. ¿Un colega? Tampoco. Mi hijo siempre estaba ocupado y esto no parecía un problema tan grave como para platicarlo. En realidad, no sabía cómo tratar el tema.
Pero sabía que debía hacer algo al respecto. Fue así que comencé a buscar en internet. Encontré una página donde mencionaban el uso de protección y al parecer existían muchos tipos de protectores. Ni siquiera sabía. Sentí como si me hubiera sacado la lotería y mandé a pedir algunos a través de una tienda en línea. Lo mejor de todo es que me sirvieron.
Ahora soy el mismo de antes. Cuando voy a algún lugar nuevo, siempre me informo dónde está el baño y me siento más cerca. Y siempre uso ropa interior desechable, además de llevar una muda en un bolso. Más vale prevenir que lamentar. Lo mejor de todo es que me olvido del asunto. Es como usar ropa interior normal, así que puedo concentrar mi atención en otras cosas más importantes; por ejemplo, qué bebida pedir para acompañar la comida.
Ricardo (66)
Obviamente, todos sabemos que no vamos a vivir eternamente. Aun así, recibir el diagnóstico de cáncer de próstata fue un shock total. Me operé en abril de 2011 y todo iba muy bien. Al inicio, después de la cirugía, tenía que usar un catéter. Era algo muy complicado. Por eso, cuando me lo sacaron, fui con un urólogo para que me dijera cómo retomar mi vida en la medida de lo posible.
La cirugía de próstata debilitó los músculos del suelo pélvico, lo cual causó, poco después de la cirugía, que no pudiera contener la orina. Me recomendaron ejercicios y usar protectores especialmente diseñados para hombres. Al principio me sentía extraño usándolos, pero eran bastante discretos. Aunque nadie notara que los traía, decidí ser honesto al respecto.
La vida me enseñó que todos aprendemos de todos. Si nos sentimos libres y somos sinceros, vamos a recibir lo mismo a cambio. Aunque no siempre hablo de mi situación, cuando el tema sale, intento no parecer avergonzado. Hago de cuenta que es algo normal que debo sobrellevar.
Hago ejercicios y me convertí en mi propio entrenador. Y tanto esfuerzo dio resultado. No puedo decir que ha sido una recuperación rápida, pero, conforme sigo mejorando, continúo con mi rutina de ejercicios. Mi objetivo es aguantar tres o cuatro horas sin ir al baño o usar ropa interior desechable. Todavía queda mucho por hacer, pero, en general, puedo decir que recuperé gran parte de mi vida.
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